La historia de entrega al río Guadalope

EL MODELO “CAMPE”

Historia de la entrega a un río, el Guadalope.

Corría el mes de septiembre de 2007 cuando un joven de Calanda de unos 26 años se puso en contacto con la Asociación Conservacionista AEMS Ríos con Vida a través de su comité local de Aragón para hacernos llegar su preocupación por unas obras que estaban destrozando el cauce del río Guadalope a la altura de Ladruñan, Teruel. El amigo Chema Blasco, presidente de dicho comité local, y el que suscribe nos desplazamos al lugar de los hechos y allí conocimos al de Calanda, quien nos guió por el cauce del río mostrándonos los daños que las obran habían causado. El joven resultó ser Javier Villanueva, el “Campe” y por entonces todavía no sabíamos que el Guadalope era “su río”.

El apodo de “Campe”, por el que le conocían en su pueblo, venia de campechano, y tanto Chema como yo enseguida pudimos comprobar que no podía ser más apropiado.  Javier era una persona muy natural, con gran don de gentes y se hacía querer desde el mismo momento en que lo conocías. También nos dio la impresión de que estaba muy comprometido con el río, pensamos que quizás podríamos captarlo como nuevo socio de AEMS. Quién nos iba a decir entonces hasta donde llegaría su compromiso.

Esta visita acabó en una denuncia por presunto delito ambiental y quedó patente el gran conocimiento que Javier tenía del río Guadalope, por lo que con sus valiosas aportaciones preparamos una serie de propuestas conservacionistas para el Consejo de Pesca de Aragón de ese año.

Por aquel entonces el río estaba en franco declive, con unas poblaciones muy disminuidas.  En la zona de Calanda la cultura de pesca era muy depredadora y el concepto de pesca sin muerte y conservación resultaba totalmente ajeno a los lugareños. Ese es el ambiente en el que Javier creció, matando peces, pero las innumerables horas que desde niño pasaba pescando despertaron en él un respeto y cariño especial al río haciendo cambiar su actitud, y convirtiéndolo en el “bicho raro ese que devuelve las truchas vivas al río”.
Pero esa soledad inicial no le echaría para atrás. Su afán y tenacidad por trabajar por el Guadalope iban a resultar inquebrantables.

Javier inició su andadura mandando varios escritos a los agentes medioambientales y a la administración autonómica, con sus respectivas notas de prensa, para notificar y denunciar diferentes problemas en el río, como tramos desecados, furtivismo, etc.
También se presentaron denuncias ante la Fiscalía de Medio Ambiente y Seprona por un escape de truchas arcoiris de una piscifactoría, lo que tuvo un grave impacto en el río.

En el año 2008, Javier empezó a participar en los Consejos de Pesca de Teruel donde sus propuestas conservacionistas se fueron teniendo en cuenta año tras año para la elaboración de las Órdenes de Vedas. Tanto es así, que hoy en todo el río Guadalope se pesca obligatoriamente en la modalidad de captura y suelta, prohibiendo así matar un solo ejemplar de trucha. Esto lo convierte en el río con mayor protección de todo Aragón, algo impensable hace unos pocos años.

Con el paso de los años ha logrado desarrollar una muy buena relación con la Administración y el guarderío de la zona con quien actualmente colabora de manera habitual en señalización de tramos, vigilancia activa del río, lucha contra el furtivismo e información de incidencias.


Pero todo esto no era suficiente para el “Campe”. Las poblaciones de truchas en el río seguían siendo bajas. Los fondos del río tenían un problema de colmatación de sedimentos haciéndolos poco apropiados para la puesta de huevas de la trucha. Era claro que había que mejorar esos fondos, había que rastrillarlos, removerlos para que la corriente se llevara esos sedimentos y apareciera el guijarro suelto que estaba debajo, el que la trucha requiere para desovar. A esta acción se le conoce como limpieza de frezaderos y se realiza en los meses de octubre y noviembre, antes de que empiece la época reproductora en invierno.


Javier empezó a rastrillar los fondos en el año 2010 y su dedicación ha sido absoluta.


Todos los fines de semana de octubre y noviembre ha estado mejorando los frezaderos a lo largo del río. Cada año ha ido consiguiendo más ayuda de otros pescadores y amigos de los ríos, de tal manera que, hoy por hoy, moviliza a unos 35 voluntarios cuando llega la época. Cada temporada rastrillan y mejoran una media de 50 frezaderos, un auténtico regalo para el río. Y a las truchas les han gustado sus nuevos nidos de amor, cuando llega el momento de la freza los ocupan y desovan en ellos, cada vez más ejemplares y de mayor tamaño.

Como no podía ser de otra forma, el reclutamiento de alevines ha crecido exponencialmente dando lugar a una población de truchas muy abundante y bien estructurada. Una vez más, algo impensable hace unos pocos años.

El compromiso de Javier con su labor es tal, que la vigilancia que hace sobre los frezaderos es exhaustiva, controlando algunos de ellos a diario hasta principios de febrero. El río se come literalmente su tiempo libre.

Pero donde Javier ha alcanzado la excelencia ha sido en la labor educativa que día a día ha ido ejerciendo con los pescadores del lugar. No sólo les ha enseñado a pescar a mosca, les ha enseñado los secretos del río, su funcionamiento, su ecología, el valor que tiene una trucha viva, la importancia de los grandes ejemplares como mejores reproductores y garantes de la continuidad de la especie. Y poco a poco ha ido consiguiendo más acólitos, actualmente son unos 30 pescadores, que han ido cambiando su manera de ver el río, con más respeto, con más cariño, como algo valioso que hay que cuidar y preservar. Definitivamente el “Campechano” ya no esta solo.

Además este colectivo concienciado está actuando como el mejor de los guardianes del río. Siempre hay alguno caminando por sus orillas o pescando, convirtiéndolos en una autentica red de informadores ante cualquier incidencia o acto de furtivismo, que dicho sea de paso, en la zona ha sido prácticamente erradicado. De nuevo, algo impensable un tiempo atrás.

En esta labor educativa, cabe destacar la charla impartida en la población de Castellote sobre Limpieza de  Frezaderos y Problemática de las Repoblaciones en Junio de 2011 y
el Curso de Pesca y Conservación de la Trucha Común en Mas de las Matas en Junio de 2013. Estas dos actividades se llevaron a cabo conjuntamente con la Asociación para el Desarrollo del Maestrazgo (ADEMA), con la que ya se ha firmado un convenio de colaboración, y también se contó con el patrocinio de ambos Ayuntamientos, con quienes se mantienen muy buenas relaciones.

Como sería esperable, Javier no se va a parar aquí. Para marzo de 2014 ya tiene pensado otro curso de pesca y conservación en Alcañiz, ampliando fronteras. Con la ayuda de otros compañeros va a trabajar en conseguir la demolición de unos azudes obsoletos que hay en el río y mejorar así la conectividad longitudinal del mismo. Ni que decir tiene, que cada otoño seguirá con el rastrillado de frezaderos. Seguramente pronto nos sorprenderá con algún proyecto nuevo.

Con su labor, Javier nos ha dado una lección. Nos ha mostrado que con determinación y esfuerzo constante, una sola persona puede llevar a cabo grandes cambios, darle la vuelta totalmente a un río y recuperarlo. Nos ha mostrado una manera de actuar, un modelo a seguir, “el modelo Campe”.
Javier no solo ha apostado por la perseverancia y el trabajo, ha apostado por la educación, por enseñar a los demás la verdad sobre el río, y ha compartido ese profundo conocimiento que tiene con gran pasión, ha sabido trasladar su amor al río, ha hablado desde el corazón, ya que no sabe hacerlo de otra manera, y así ha conseguido llegar a la gente y cambiar la actitud de muchas personas.

El amigo “Campe” no solo es “el Campechano”, es el “Campeón del río Guadalope”, su guardián mas feroz, un auténtico enamorado de la conservación fluvial y un aglutinador de esfuerzos y de personas en torno a un río.
Javier ya no esta solo, ha logrado unir a un nutrido grupo de gente, y año tras año, con el trabajo que siguen realizando solo cabe esperar más mejoras, un ecosistema fluvial más saludable y una mayor conciencia medioambiental entre los habitantes de la zona.

Los que le conocemos queremos agradecerle públicamente su labor y,  a la vez que le mandamos un fuerte abrazo, le tendemos nuestra mano para los futuros proyectos en los que se embarque, será un placer volver a colaborar él.
Los que no le conocéis no dudéis en buscarlo si vais por Calanda, os sorprenderá su conocimiento del río y su gran calidad humana, ganaréis un amigo.

Me ha parecido necesario dar a conocer una historia así, una historia de entrega a un río. Yo la he vivido de cerca y me ha inspirado. Creo que de la misma manera puede servir de inspiración a otros para trabajar juntos por unos ríos más cuidados, en mejor estado y para generar una mayor conciencia de conservación en las personas que se acercan a disfrutar de nuestros ecosistemas fluviales.

Texto y fotos: Alfonso Soria  (AEMS, Rios con vida)


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