UN GRAN VIAJE Y AVENTURA DE PESCA: SILVERS EN EL RÍO KENAI

Nuestro amigo Pablo nos cuenta su gran aventura y viaje de pesca, en el que tuvo la oportunidad de pescar Silvers bajo la nieve en el río Kenai.


El invierno se acercaba desesperadamente en Soldotna, el volumen de agua del río había bajado conforme las lluvias menguan y el sol deja de calentar los glaciares. Toda aquella multitud de pescadores y turistas ha desaparecido como un soplido del gélido otoño que complica la pesca cada día más. No es el momento para pescar con un vadeador agujereado como el mío y resulta complicado recoger la línea cuando comienzan a congelarse las anillas de la caña. Las aves se encuentran en plena migración, los cisnes, colimbos, patos y paridos apenas se dejan ver ya en el Kenai y los osos comienzan a buscar sus camas para pasar el invierno. Apenas quedan algunos en los ríos, y básicamente todos los que hay están en la misma zona y buscan la misma comida, los salmones Silvers.

Nosotros tenemos el idéntico objetivo que los osos en este momento y sabemos dónde buscarlo. En otoño únicamente los Silvers y las truchas dominaran el río kenai. Todos los demás salmones ya han desovado y donado su cuerpo al rio, pero los silvers que comenzaron su andadura en Agosto, continuaran subiendo hasta incluso finales de Marzo. El otoño es también la mejor época para la pesca de las grandes rainbows, que se encuentran en estos momentos cebándose de carcasas de salmones y de los huevos de los silvers.
Con mi gran compañero de aventuras Jesse, salimos cada uno en su coche desde Soldatna, río arriba por la carretera que circula paralela al rio Kenai. Primero dejaremos mi vieja furgoneta Ford sin calefacción en Bings Landing, donde se recogerá la canoa, y posteriormente continuamos los dos con la canoa sobre el pick up de Jesse hasta Skilak Lake, donde bajaremos la canoa al agua y dejaremos el coche.


Jesse sintiendo que iba a ser una gran aventura de pesca

El escenario es espectacular, nieva suavemente sobre el inmenso y silencioso lago Skilak, todo está cubierto de blanco y la ausencia de viento junto a la ligera niebla da una sensación de misterio espectacular. Es como que esperáramos que saliera alguna extraña criatura del lago. Y misteriosamente apareció el sorprendente ser, una foca que ha elegido pasar un tiempo alimentándose en este inmenso lago de agua dulce tan lejos del mar, pero lleno de comida.












Jesse en su canoa en la desembocadura de Skilak Lake

Montamos en la canoa con la sensación de no saber exactamente que nos encontraremos a lo largo de la jornada, en pleno mes de Noviembre, donde los días se acortan enormemente y el río está prácticamente vacío de pescadores. Comenzamos a remar hacia el río a través del largo desagüe del lago, donde en otras épocas apenas existe corriente por el gran volumen de agua, ahora más reducido, aparecen remolinos y corrientes que marcan las pozas donde se acumulan los silvers y las truchas.
El problema es que solo se puede pasar una vez por estos puntos y si no eres rápido puedes perder la picada o romper la línea, ya que hay que estar simultáneamente pendiente del remo y de la caña. Continuamos bajando y nos pasa una embarcación de remos de drifting. En la parte alta del Kenai se suele pescar con bote de raft y en esta parte con drifting. Algunas de estas ligeras embarcaciones tienen un motor suplementario de poca potencia pero que permite repetir los buenos agujeros del río. Sin embargo no se permiten en esas partes alta y media del río los botes de motor potentes, como sucedía en el pasado, y sucede en la parte baja del río. Nosotros decidimos adentrarnos con la típica canoa de estilo tradicional, nuestros vadeadores, el chubasquero y un importante chaleco salvavidas.
Conforme descendíamos más y más encontramos una playa resguardada tras una larga tabla donde pescar desde la orilla de forma más cómoda. Cuál fue nuestra sorpresa que según nos acercábamos a ese punto veíamos gran cantidad de Silvers debajo de nosotros. No nos lo podíamos creer, ese rumor que yo había oído días antes era cierto, habíamos encontrado el gran grupo de enormes Silvers que dominaban el Kenai. Los Coho estaban ahí, esos salmones que si atacan a la mosca y que ponen los nidos de sus huevos en zonas remansadas de cantos rodados. Incluso en algún caso puede suceder que coincida el emplazamiento con una puesta de King salmon, solo que estos se encontrarían a mayor profundidad en la grava.
Nerviosamente nos acercamos a la orilla para dejar la canoa, comer un poco y preparar las cañas. Cuando estábamos sacando la canoa, nos paramos súbitamente, las huellas de un enorme oso pardo nos recordaron rápidamente que no éramos los únicos pescadores.












Huellas de oso en nuestra playa

Cambiamos a unos estremers de superficie, tipo popers o moscas que naden a escasos centímetros de la superficie, con los colores favoritos de los Silvers, rosas, naranjas, negro y plateado.
Comienza el espectáculo, Jesse al de pocos lances clava un gran salmón, que deja la mosca seca al igual que un gran tronco en el río.  Como esa parte del río es un poco remansada y los peces ya llevan mucho tiempo aguas arriba, la resistencia que oponen no es la misma que hacen cerca de la desembocadura cuando entran gordos y plateados. Ahora están rojos y ya han adoptado la fisonomía de reproductores, los machos mostrando sus inmensos picos y afilados dientes, con incluso algún comienzo de erosión de la piel y presencia de hongos.
Pese a todo, son espectaculares peces que sacados con una línea del 6 y 9 pies suponen una lucha indescriptible, rodeados de un escenario idílico y misterioso. Los salmones se suceden y la sensación de estar en un sueño es cada vez más patente.

Jesse con uno de los buenos

Sin embargo las horas avanzan y aún queda mucho río por bajar, y aventura por descubrir. Decido agudizar la vista y elegir un gran bicho. Encuentro la zona caliente justo delante de unas chorreras y tras un gran lance, recojo mi línea flotante a cortos y lentos tirones, siguiendo de cerca la evolución de la gran mosca colorada. De repente mis ojos pierden la pista, la mosca desaparece tras una ola de agua, pero no siento tirón, los segundos se eternizan, no sé qué pasa, no hay nada para enganchar, ¿qué ha pasado?.
Otro segundo y mi cara cambia por completo, he enganchado uno de los gordos!!. El pez tira y se clava al fondo, inmóvil juega con mi paciencia, con ligeros tirones consigo arrancarlo, la carrera no tiene fin. Mi viejo carrete que apenas tiene ya freno de tantos peces que ha sacado, no puede poner freno a esta criatura. Lo tengo que frenar con la mano y la manilla me golpea los dedos con miedo a frenarlo bruscamente y romper el bajo en una frenada. Consigo cansarlo un poco y poder recoger línea, el backing asoma, pero consigo llevarlo a la parte remansada de la ensenada e imaginar su tamaño. Comienza a deslumbrar ese rojo brillante y mis sospechas se confirman, es un Silver inmenso, Jesse está muy emocionado y justo acaba de soltar su otro salmón para ayudarme a varar mi barco. Entre los dos nos ayudamos a sacarlo y conseguir las fotos con suavidad sin dañar al pez, para que pueda volver a su trabajo.
Yo no doy crédito del aspecto de esa criatura, es sin duda el moustro soñado durante muchos años que misteriosamente está en mis manos y se devuelve sanamente en el agua para aportar excelentes futuros salmones al kenai. Misión cumplida.


Feliz al extremo con mi Silver

Continuamos ya un poco tarde y con los frontales puestos en el descenso, ha vuelto a nevar y ya no hay nadie en el río. Dejamos de pescar al drift porque ahora estamos más ocupados en sortear los recodos y rápidos de este inmenso río, hasta llegar a Bings. Cuando ya estábamos realmente preocupados por la oscuridad de la noche vemos un par de luces que indican los rápidos de Neptuno, justo antes de la rampa de Bings, genial, hemos llegado.
Sacamos las canoas, comentamos la jugada y busco las llaves de mi furgo, a mierda!!!. Error, me las he dejado en el coche de Jesse, en Skilak Lake!, joder que liada!!. Llamamos a Steve nuestro otro compañero de cabina en Soldotna, tío Steve ayúdanos porfa. Después de casi dos horas aparece el bueno de Steve y nos sube a por mí furgoneta para continuar el palizón de la vuelta a casa.
Esta vez hemos estado cerca pero hemos librado, siempre con cuidadin....

Pablo Pérez Martínez


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