FLY FISHING MAGAZINE: LUBINAS Y OTROS DEPREDADORES A MOSCA EN EL DELTA DEL EBRO.
La pesca a cola de rata cada día atrae a más aficionados en la zona del Delta del Ebro. No es para menos, ya que este enorme humedal, bañado por el más caudaloso de nuestros ríos, crea una serie de escenarios perfectos para hacer bailar por los aires nuestra cola de rata.
Y cuando de pescar a mosca en el Delta se trata, la especie más codiciada es la lubina. A la reina plateada le pasan por sus ojos muchos señuelos a diario, por lo que cada día es más astuta y ya desde bien pequeña crece con los cinco sentidos. Un engaño sutil, como un streamer o un pequeño popper, hará caer a la más desconfiada de las lubinas. La podemos encontrar en todos los ambientes que se crean en el Delta. Playas, río, lagunas, canales… cualquier lugar es bueno para pescar y dependiendo del mes, abundará más en unas zonas u otras, teniendo en cuenta que para la cola de rata, los mejores meses serán desde marzo hasta diciembre. Las mejores moscas serán las comentadas anteriormente. Pequeños poppers de foam en color blanco principalmente y ligeros streamers donde han de predominar los colores azul, blanco, negro, oliva, pardo… utilizando materiales para su elaboración como el marabú, el cristal flash, bucktail… para crear imitaciones de pequeños mújoles y sardinillas, que son su dieta principal. Y si somos capaces de imitar una quisquilla o camarón, ya estaremos rizando el rizo. El equipo a gusto del pescador. Hay quien las pesca con las cañas de trucha de línea 4-5, y quien prefiere equipos más potentes para lanzar moscas algo mayores y utilizarla también para otros depredadores de la zona. Todo dependerá del tamaño de las lubinas donde estemos pescando. Ya solo nos falta vadear las bahías, los canales y salidas de agua donde hayan corrientes, embarcarnos en los más recónditos rincones del río, para que a poco que estén activas, disfrutar de su pesca a cola de rata, con la cual nos ofrecerá una más que digna batalla. A menudo la pescaremos a pez visto, sobretodo embarcados en el río o en las someras y limpias aguas de las bahías del Fangar y Alfacs, donde podemos utilizar también un kayak, toda una experiencia.
Pero si viajamos unos días al delta y disponemos de embarcación, podemos ampliar nuestras capturas con otros predadores muy luchadores y abundantes ante nuestras líneas. Hablamos del clásico pescado azul de las pajareras. Si salimos por la desembocadura con una embarcación, otearemos el horizonte en busca de las hambrientas gaviotas o cualquier movimiento “sospechoso” en las aguas, para dirigirnos raudos hacia allí y poder pasar una frenética jornada tras los bonitos, llampugas, bacoretas, jureles, caballas y palometas blancas. Son escenas preciosas de contemplar. Cientos de ataques en superficie de ávidos predadores de sardinilla, que crean un alboroto en el mar azul increíble. A menudo estas situaciones se dan en la misma bocana y a medida que transcurre la mañana o regresan mar adentro o persiguen los bancos de peces pasto por cualquier lugar. Entre estos depredadores nos puede sorprender la anjova y el palometón, especies que son pescadas habitualmente a spinning, pero que en sus tamaños menores no dudarán en atacar nuestras imitaciones. Y muy posible además es que nos encontremos en la otoñada, a los jóvenes atunes rojos de entre 1 y 5 kilos que deberemos devolver al agua, ya que su captura está prohibida en pro de la recuperación del gran rojo. 
Entre tantos depredadores sobresalen dos, por su belleza y bravura en las cañas de mosca: el batallador bonito y la hermosa llampuga. Esta pesca se suele practicar entre mayo y noviembre, pero si nuestro objetivo son éstas dos especies, será entre agosto y noviembre cuando debamos empezar a pescarlos con mayores garantías, ya que los jóvenes ejemplares nacidos en primavera crecen a un ritmo vertiginoso y en agosto ya tienen un tamaño aceptable, para seguir engordando a buen ritmo en el otoño, que es cuando nos las vemos con los ejemplares más crecidos. Aquí necesitamos cañas más potentes. Una nueve pies con línea 8 por ejemplo, nos dará seguridad y disfrute. Los bajos, entre un 0.25 y 0.35 de fluorocarbono, dependiendo del tamaño de las piezas que nos encontremos. Y que no nos falte el backing en nuestro carrete, que estos peces son auténticos torpedos marinos. La llampuga además nos deleitará con grandes saltos, dándole a nuestra jornada de pesca ese toque exótico que tanto nos gusta. ¿Y qué moscas atamos para estos dos contrincantes? Sencillo. A la llampuga le excitan los poppers y le entra franca a los streamers tanto de colores naturales como de tonos amarillos. Los bonitos son asiduos del estreamer imitación sardina o boquerón. En este campo, imaginación al poder. Cientos de montajes para surcar las aguas, que lanzados correctamente tendrán segura recompensa. Para realizar esta pesca hay que saber manejar la embarcación para situarse cerca del tumulto pero sin hacer demasiado ruido. Yo recomiendo apagar el motor una vez estamos en acción de pesca, algo que no suelen hacer muchos pescadores, pero toda precaución es poca. Es una pesca placentera. Salir al mar azul en busca de pajareras o de los bancos de llampugas apostados en las boyas flotantes, a veces tan astutas y desconfiadas, como otras agresivas y facilonas. La foto con un pez tan bonito será para recordar.
Y ante todo, respeto por los peces, en una pesca que puede resultar más que efectiva si damos con un buen banco y el festival se alarga. Captura y suelta de los ejemplares que no vayamos a consumir, para que el mar siga deleitándonos con más jornadas memorables.
Así que si sois fanáticos de la cola de rata, no dejéis de visitar el bonito Delta del Ebro y pescar la variedad de sus especies, en una modalidad aún poco practicada en la zona, pero que sin duda, es la más necesaria para el ecosistema. Allí me encontrareis, entre puestas de sol, aguas remansadas y fauna salvaje.
Texto y Fotos: Toni Martínez
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